(Por Romy Bernal Díaz)
Periodista (y católica)
Hoy, ¡atónita, horrorizada, enrabiada!, al enterarme y ver cómo los elegantes y frondosos quillayes que ofrecían sombra a las y los fieles que llegaban a la Iglesia de Pompeya, en Talca, fueron decapitados por un verdugo que los condenó a una muerte infame y lenta.
Qué pasó con esa oración —un poema a la divinidad o canto a lo divino— que escribiera San Francisco en el año 1224, denominado “Cántico de las criaturas” o “Cántico del hermano sol”, donde dice: «Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra, la cual nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba».
O, el “Laudato sí: Sobre el cuidado de la casa común” (2015), que escribió el Papa Francisco donde manifiesta nuestra interconexión con la Naturaleza y la obligación que tenemos de protegerla.
Al parecer quienes administran la Iglesia de Pompeya, no practican lo que predicó San Francisco; ni menos el “Laudato sí”, del máximo líder espiritual de la Iglesia Católica y, si leyeron esta hermosa carta, es obvio que no comprendieron sus enseñanzas.
Los misteriosos ejecutores de esta tala —porque no es poda— tampoco entendieron la importancia de los árboles en una comuna declarada zona saturada como es Talca, ya que “un árbol de unos 20 años absorbe anualmente el CO2 emitido por un vehículo que recorre de 10.000 a 20.000 Kilómetros» (Fuente: Fundación Aquae).
Agregar, que el pasado 3 de febrero de 2021, se aprobó la ordenanza de arbolado urbano de Talca, donde participaron municipio, especialistas y organizaciones ambientales de la comuna, y que buscaba, entre otras cosas, “una ciudad más verde y más nativa”, ahora, con este hecho, menos verde y menos nativa. ¿Quién debería actuar en defensa de los árboles del sector urbano, actores públicos o municipales? ¿Son, finalmente, sólo las organizaciones comunitarias las que evidencian las injusticias?
Espero, en Dios, que el municipio no haya hecho esta tarea por solicitud de los administradores de la Iglesia de Pompeya, porque esta alianza de lo humano y lo divino demostraría, una vez más, lo sumido en el oscurantismo donde se encontrarían ambos actores, en pleno siglo XXI.
¡Por favor, suplico que desmientan ésta última hipótesis!, que aclaren quien actúo de esta “forma diabólica”, quien realizó esta “herejía”, oquien erró en “juicio administrativo”; pero también exijo, ¡exigimos!, mínimo, la multa correspondiente a quién corresponda.
Que lo humano, haga su deber; y que lo divino juzgue severamente este crimen moral y religioso.